Des del aeropuerto de Bangkok (uno de los mejores que he estado en mi vida) a Calcuta. Volamos con la compañía hindú Air India. Sinceramente no las tenía todas al viajar con una aerolínea India. La única referencia de productos Indios que conocía hasta el día de hoy eran los coches de la marca Tata de los cuales no me han llegado buenas críticas. Realmente no se puede generalizar en según qué cosas, la aerolínea nos dejó boquiabiertos. Abiertamente me atrevo a decir que por lo menos el servicio, y digo el servicio porque no entiendo de ingeniería aeronáutica, es mejor que Ryian air. Te proporcionan té, agua y merienda ¡todo de gratis! ¿Qué más vamos a pedir?
Compramos el billete del “pre paid taxi” (taxi prepago) por 240 rupias indias junto con Juan Pablo y Ricardo (unos chilenos que han viajado en el mismo vuelo) Salimos a la calle en busca del número de nuestro taxi tal y cómo una muchacha hindú nos acababa de recomendar. En seguida nos encontramos con una cola de taxis amarillos con una franja lateral de color azul y con los faros redondos. Tienen toda la pinta de ser del año que Juan perdió la zapatilla pero a pesar de la grasa que hay en el maletero y que me ha dejado la maleta negra ya el primer día en la India, los mantienen bastante bien.
¡Bienvenidos a la India!
El taxista no habla inglés y por si fuera poco no sabe dónde se encuentra la calle a la que vamos. Va parando a preguntar a la gente que lo va orientando. Un par responden con un sutil movimiento de cabeza. Nos da la risa, por más que intentamos imitarlo nos es inútil, sólo los hindús son capaces de mover la cabeza con esta gracia. A partir de éste momento la principal atracción de los chichos durante los próximos días va ser conseguir que camareros, recepcionistas y dependientes hagan el movimiento para ellos.
Satisfactoriamente llegamos a Sudder street (la calle de los turistas) y allí nos instalamos en un hostal que Alba (otra catalana desorientada por la calles de Calcuta) nos recomienda. Solo ha encontrado un par bien de precio y están de lado. Nos decantamos por el que según Alba tiene menos ratas y cucarachas.
No sé muy bien qué contaros de la ciudad. Es toda una experiencia principalmente por la gente más que por los lugares turísticos que hay para visitar. Nosotros, en tres o cuatro días que hemos estado aquí no hemos conseguido llegar a visitar ningún edificio colonial o lugar turístico. Cada intento de visita lo terminábamos en la calle tomándonos un Chai (té)con los locales.
Calcuta se caracteriza por el desorden. Las calles se encuentran llenas de cuervos y basura. Los oficinistas de correos escribiendo en plena calle y lavabos en cualquier lugar. Vamos, basta con que te bajes los pantalones disimuladamente y hagas tus necesidades dónde te apetezca. Un completo caos para cualquier mentalidad occidental. Aquí también tenemos el último bastión de toda la India, dónde perduran los “tana rickshaws” (carros remolcados por hombres descalzos, sucios y con un único taparrabos de vestimenta). Estos, pese a los esfuerzos del gobierno por erradicarlos , perduran en una sociedad con tanta diferencia entre clases. Unos por ser la única forma de conseguir un poquito de pan para su boca y otros que, queriendo mostrar su elevado estatus van montados con soberbia y con ropas ostentosas a lomos de un carro tirado por “hombres caballo”. Entre los dos impiden la desaparición de esta profesión a nuestro parecer con tan poca dignidad para el ser humano.
Visto des de nuestro punto de vista el encanto de esta ciudad se encuentra en la gente con la que nos hemos encontrado. Des de luego hay gente de todo tipo y algunos son unos auténticos personajes. Creo que ni Alba ni yo nos olvidaremos de la especial muchacha que nos acompañó a hacernos las cejas y el bigote al estilo hindú “threading” o del muchacho mudo que con gestos nos explicaba cosas sobre la sociedad hindú, las mafias o los mendigos. Todas estas personas que han caracterizado nuestra estancia en la ciudad y que han hecho que nos sintiéramos parte de ella cómo si hubiéramos vivido aquí toda la vida. Toda esta gente con un impresionante inglés que han aprendido en la calle y una inteligencia deslumbrante.